Sin buscarlo ni quererlo tras una tarde de celebración vestida de gala, me fui a aquel lugar lleno de luces y sombras, de ruido y silencio, de recreo y trabajo...
Empezamos con un juego de miradas que se entrelazaban en la
noche, diferentes cargos, un mismo sitio y una canción que invitaba a hablarnos
cara a cara.
Cada fin de semana me encontraba con la felicidad sentada en
la barra del bar poniendo música y controlando que todo fuera bien. Y fue aquella
noche, cuando los dos queríamos permanecer mas tiempo en ese lugar, que la
noche fuera noche y que esas miradas actuaran por si solas.
A partir de entonces algo iba creciendo dentro de mi, cada
vez la cuerda se hacia mas corta y yo siempre quería más. Cada sensación nueva
me acercaba más a ti y mis ojos no
dejaban de brillar.